Debo admitir que yo disfruto más con los pequeños espectáculos imperfectos que con las grandes y virtuosas coreografías en las que no consigo ver a la persona que se ha vestido de artista. También suelen gustarme las películas imperfectas o que al menos lo parecen. Shakespeare es imperfecto siempre o casi siempre y durante muchos años sus comentadores se han han asombrado al descubrirlo. No han podido ocultar la imperfeccion de Shakespeare y sin embargo, ellos y nosotros, casi todos nosotros, consideramos que Shakespeare es el más grande. La explicacion de esta aparente paradoja tal vez sea sencilla y algunos la han intuido, al menos desde que Samuel Johnson escribiera…
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Midcult, mass cult y high cult
He escrito a lo largo de los años varios capítulos de Cosas que he aprendido de… un ejercicio que consiste en reconocer las deudas intelectuales (y en ello incluyo las sentimentales). Lo aprendí cuando leí en la adolescencia a Marco Aurelio, en esos hermosos pasajes en los que agradece a sus maestros lo aprendido. Mi padre siempre repetía aquello de que las citas eran una manera de pagar deudas, así que agradecer lo aprendido es no solo mencionar al autor y transmitir en otro lugar su ingenio agudeza o belleza, como sucede en las citas, sino que a ello se añade el reconocimiento de una influencia benéfica sobre uno mismo. Walt…
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Zeami, el teatro Nô y el jo ha kyu
En Las paradojas del guionista conté con mucho detalle el asunto de las tres partes de un guión, pero también intento aclarar la confusión en la que caen incluso teóricos como Robert McKee al confundir planteamiento, desarrollo y desenlace con esos supuestos tres actos que todo guión debe tener. Para distinguir entre ambas cosas, empleo el ejemplo de La ronda, de Schnitzler, una obra que tiene tres “actos” en el sentido de planteamiento, desarrrollo y desenlace, a pesar de estar compuesta por diez actos. También me refiero a otros teóricos de las tres partes de una obra, como el japonés Zeami, quien opinaba que no solo ha de haber planteamiento,…
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Macbeth y las tres brujas
Un viejo dicho de Hollywood afirmaba que la información fundamental de la trama de una película se tiene que repetir siete veces, aunque hay que intentar hacerlo cada vez de una manera distinta, excepto cuando la situación sea tan propicia para fijar un nombre en la mente del espectador como en el encuentro entre Macbeth y las brujas en la obra de Shakespeare: MACBETH Hablad, si es que podéis. ¿Quiénes sois? BRUJA PRIMERA ¡Salve, Macbeth! ¡Señor de Glamis, salve! BRUJA SEGUNDA ¡Salve, Macbeth! ¡Señor de Cawdor, salve! BRUJA TERCERA ¡Salve, Macbeth! ¡Salve a ti, que serás rey! Después de esta triple presentación, ¿qué espectador no sabrá ya que ese personaje se llama Macbeth? Pero es…
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Sistemas de símbolos, prejuicios y aprendizaje
Dice Descartes en Principios de la filosofía: “Cuando decimos que percibimos colores en los objetos, en realidad es lo mismo que si dijéramos que percibimos algo que ignoramos qué es, pero que producen en nosotros una sensación muy clara y manifiesta, que se llama sensación de los colores”. (Principios de la filosofía, punto 70) Se me ocurre algo que no sé si tiene mucho que ver con esto, pero que sí se relaciona con las metáforas y con algunas afirmaciones de los relativistas culturales. Es lo siguiente. Si durante la infancia, o durante nuestro aprendizaje, adoptamos un determinado conjunto de símbolos, como el matemático, el musical, el lógico, el religioso…
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El Gran Mecanismo
Jan Kott llama el Gran Mecanismo a lo que en la Edad Media se llamaba la Rueda de la fortuna,que mostraba la ascensión, caída y sucesión de los monarcas. Es curioso, sin embargo, que Kott no aluda a aquello que decía Marx de que el engranaje no sabe que es una pieza de la maquinaria. Porque resulta interesante contemplar a toda esta sucesión de monarcas como una masa, no muy diferente de esas otras masas despreciadas, la plebe, el populacho, los esclavos, los obreros, los trabajadores. Los reyes, seres únicos por definición, al final se acumulan y se repiten unos a otros, como una masa casi indiferenciada. Jan Kott recuerda la…
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Hacer algo o nada
Una cita de Samuel Johnson, al que se consideraba hasta hace poco el autor más citado del mundo (quizá solo por detrás de Shakespeare): «El que aguarda para hacer mucho de una sola vez, nunca hará nada». La idea casi coincide con otra que también me gusta mucho: «Es el mayor de los errores no hacer nada por querer hacerlo todo», que no es una frase mía, pero no he encontrado al autor (quizá se trate del propio Johnson o de Skip Thorne). Intento siempre recordar y aplicar esos dos consejos y esa es, con toda probabilidad, una de las razones que explica casi todos los errores y equivocaciones que…
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Locos en Shakespeare
La lista de locos que aparecen en Shakespeare es asombrosa. El más famoso es sin duda Hamlet, pero ya en esa obra podemos contar a otra loca: Ofelia. En El rey Lear están o se finjen locos casi todos: Lear, Kent, Glocester, Edward… Parece demasiada competencia para los bufones, que precisamente se llaman fools (locos) en el original inglés. No es extraño que la obra cervantina que tal vez Shakespeare (Historia de Cardenio) escribió esté protagonizada por otro loco, Cardenio, al que el loco Don Quijote encuentra en los montes. Es inevitable aquí recordar a un tercer loco de Cervantes: el licenciado Vidriera, que se creía de cristal. Pero estos…
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Potencia y acto en Shakespeare
Aristóteles afirmaba que todas las cosas tienen ciertas cualidades en potencia y ciertas cualidades en acto. ES decir, que hay cosas que pueden ser (en potencia) y cosa que son (en acto). Una persona es, cuando nace, un ser humano en acto, pero no es todavía un ser inteligente. Por el momento, solo lo es en potencia. Es decir, se convertirá en un ser inteligente si crece y es educado convenientemente. El lingüista Noam Chomsky considera que nada más nacer todo ser humano es un usuario del lenguaje en potencia, porque los seres humanos poseemos una gramática innata. Pero esa gramática innata debe hacerse efectiva, convertirse en acto, actualizarse. Los…
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El rey Lear en tres dimensiones
Marshall McLuhan considera que la primera aparición de la tercera dimensión en la narrativa se da en una escena de El rey Lear: “No se ha reconocido debidamente a Shakespeare el mérito de haber hecho en El rey Lear la primera alusión verbal, que yo sepa la única en cualquier literatura, a la perspectiva tridimensional”. En esa escena asistimos al momento en el que Edgar conduce a su padre Gloucester, ciego, loco y con ganas de suicidarse, hacia los acantilados de Dover: GLOUCESTER: La cima de esa colina, ¿Cuándo la alcanzaré? EDGAR: Ya estáis subiendo; fijaos cómo nos cuesta. GLOUCESTER: El suelo se me antoja llano. EDGAR: Es mucha la pendiente. ¡Escuchad! No oís el…